viernes, mayo 14, 2010

Viajando

Now Playing

I hate to see that evenin' sun go down...

- Louis Armstrong -

Viajar es una forma de escapar ¿no? Creo que se aplica igual a los viajes del pensamiento.

¿Siguen conmigo? Bien. Hay veces en las que uno está haciendo algo que requiere poca concentración y mucho tiempo (transporte, actividades rutinarias en hojas de cálculo, las telenovelas...). En esos momentos, comienzo a imaginarme cosas, de todo. Pienso en cuál puede ser mi proyecto para el próximo seminario, cómo terminará mi Novela, qué debería arreglar en mi cuarto o cómo podría hacer uso de la invisibilidad...

Entre otras cosas pienso mucho en las personas que conozco y que no veo a menudo (extraño a la gente que quiero, ¿saben?) Y me pongo a pensar en cosas como la Supersimetría. Quiero decir: yo conocí a mis amigos en cierto momento de mi vida (y de su vida) en el cual compartimos algo (gustos, escuela, etc). Pero al separarnos y pasar el tiempo, los caminos se hacen diferentes en muchos aspectos.

La pregunta es, ¿cuánto se diferencian? Hay muchas cosas que cambian: gustos, apariencia, lugar de residencia... Cuando logro "ponerme al día" (cosa que nunca pasa por completo) me doy cuenta de tantas cosas que nunca imaginé en esa persona, tanto buenas como malas. Sin embargo, hay algo ahí que sigue siendo igual, que resistió al paso del tiempo.

Me pongo a pensar también cómo sería vivir en una situación similar a la de ellos. ¿Cómo sería tener su trabajo, o tratar con las personas que trata, o tener lo que tiene? Me intento poner en sus zapatos e imaginarme las cosas chidas de su vida (las puteadas no, porque para qué crearnos más mierda mental) Es bonito.

Es un escape, que como todos, debe terminar eventualmente. A veces el regreso es demasiado duro. Sin embargo, vale la pena. Hazlo!

jueves, mayo 13, 2010

Post numero 500 sobre mí mismo y este blog

Now Playing

Well, I used to smile when I was a pup
Sailing down the Nile in a china cup
With the recipe for a lovely day
sticking out of my back pocket

- Paul McCartney -
Puedo decirles que la mitad de las cosas que pienso suelen desaparecer rápido. Muchas de esas ideas son las idioteces que piensas justo antes de despertar y que mantienes en tu memoria (como la frase "The gods are the wrong size" Me pasó de verdad) Y muchas otras son sólo pensamientos que me digo a mí mismo para tener algo qué hacer.

Del restante, pienso demasiado algunas cosas, hasta decidir que son inútiles para todos los que no sean yo. O decido que nadie leería sobre ello (de por sí no tengo lectores, y encima asustar a los que lleguen aquí con cosas así... ni pensarlo)


Del resto, algunas cosas sobreviven suficiente como para darme más de una vuelta a la cabeza o suficiente como para hacer una nota rápida en papel sobre la idea general. De esas cosas, sólo escribo algunas, y de ésas, algunas nunca son publicadas porque jamás logro darles una estructura coherente o porque pierden su encanto o porque se me olvida el sentimiento que las inspiró.

Lo que sobrevive a ese proceso general suele acabar aquí. Con todo, he logrado llegar a 500 posts (¡cuéntenlos!). Medio millar, más o menos 100 por año (es decir, como uno cada 3er día haciendo cuentas rápidas). Eso es lo que he creado.

Viendo atrás me doy cuenta de la persona que era hace 500 posts y la persona que soy hoy mismo. Mucho de esa persona ha muerto, y hay mucho que me gustaría que siguiera aquí; maldita flecha del tiempo. Ni modo, así de cruel es la vida.

...Sin embargo, me muevo (¿recuerdan "E pur si muove"?). Quiero celebrar esto, aunque no estoy de ánimos para celebrar nada. Maldita vida, me quiere ganar. No me llevará tan fácil. Llevo 500 grandes ideas aquí expuestas, y me faltan muchas más.

lunes, mayo 10, 2010

Mi trabajo en el laboratorio

Now Playing

(Instrumental) Fisherman's horizon

- Nobuo Uematsu -

Hay días en los que siento miedo. Un miedo bien concreto y bien identificado. Es un poco fobia, porque no es del todo racional, pero me da una sensación de miedo, de alerta. Llega un poco todos los días, en la mañana. Me ataca y casi me paraliza.

Pero el tiempo pasa y yo sigo adelante. En el laboratorio todo es diferente. Tengo una tarea bien específica. A veces llego y me encuentro a mis compañeros de camino a mi estación. Los saludo, me saludan. Sigo mi camino, pensando en el trabajo hecho y el trabajo por hacer.

Ya en mi estación comienza la magia. Tomo todo mi material, que alguien limpió de forma especial para este análisis. Lo saco, lo cuento, lo numero. Saco mis muestras, ya preparadas y numeradas también. Preparo los demás reactivos, preparados desde hace unas semanas, en cantidades industriales. Todo listo en la mesa de trabajo.

Increíblemente parecido a mi cocina que tanto quiero.

Tengo cincuenta y dos muestras ante mí. Cincuenta y dos. Todas y cada una de ellas debe ser titulada exacta y precisamente. Y rápidamente, porque apenas puedo dedicarle unas horas a todo el proyecto. Comienzo. Vacío el vial en el frasco, lleno la micropipeta con agua desionizada, lavo el vial, lo descargo nuevamente en el frasco correspondiente. Adiós vial, me quedan cincuenta y uno más.

Comienzo a hacer la titulación. Si jamás han hecho una, deberían al menos verlo. Para aquellos que no están familiarizados con estos procedimientos, les parecerá magia.

Todo lo baso en el color. Voy del amarillo al verde, después a un verdiazul, turquesa, gris y finalmente naranja brillante. Cuando tengo más de diez muestras, suelo saltarme todos los colores. Me "salto" las variaciones hasta llegar al azul. Ahí comienzo a irme con cuidado, gota a gota, hasta ver el gris.

Ese color gris. Brillante, pero transparente. Es hermoso, pero sólo debo verlo unos segundos, porque el objetivo es hacer que la mezcla entera llegue a naranja. Sólo suspiro un poco, bajo la bureta y adiós color gris. Queda un frasco con un líquido naranja brillante. Anoto el resultado. Adiós pequeño frasco, me quedan cincuenta y un frascos más.

Es algo mecánico, lo confieso; pero de alguna forma logra cautivarme, olvidarme de las subjetividades que me nublan el juicio inútilmente. Puedo pensar con claridad. Veo que el miedo no es tan grande como lo creía, aunque sigue siendo real. Me ayuda a seguir adelante. Termino otro frasco y voy con el siguiente.

Al final del día en el laboratorio cuelgo mi bata y me voy. Ese día soy invencible, pero sólo hasta irme a dormir.

---------------

P.D. En realidad, antes de que acabe el día voy a dejar mis residuos al lugar adecuado para ello. El contenedor, al abrirlo, primero huele a sopa y después huele a ácido sulfúrico. Es la transición de olores más rara que he conocido. Es algo divertido, pero no lo puse arriba para no romper con el ambiente. Still, it's funny.