lunes, mayo 10, 2010

Mi trabajo en el laboratorio

Now Playing

(Instrumental) Fisherman's horizon

- Nobuo Uematsu -

Hay días en los que siento miedo. Un miedo bien concreto y bien identificado. Es un poco fobia, porque no es del todo racional, pero me da una sensación de miedo, de alerta. Llega un poco todos los días, en la mañana. Me ataca y casi me paraliza.

Pero el tiempo pasa y yo sigo adelante. En el laboratorio todo es diferente. Tengo una tarea bien específica. A veces llego y me encuentro a mis compañeros de camino a mi estación. Los saludo, me saludan. Sigo mi camino, pensando en el trabajo hecho y el trabajo por hacer.

Ya en mi estación comienza la magia. Tomo todo mi material, que alguien limpió de forma especial para este análisis. Lo saco, lo cuento, lo numero. Saco mis muestras, ya preparadas y numeradas también. Preparo los demás reactivos, preparados desde hace unas semanas, en cantidades industriales. Todo listo en la mesa de trabajo.

Increíblemente parecido a mi cocina que tanto quiero.

Tengo cincuenta y dos muestras ante mí. Cincuenta y dos. Todas y cada una de ellas debe ser titulada exacta y precisamente. Y rápidamente, porque apenas puedo dedicarle unas horas a todo el proyecto. Comienzo. Vacío el vial en el frasco, lleno la micropipeta con agua desionizada, lavo el vial, lo descargo nuevamente en el frasco correspondiente. Adiós vial, me quedan cincuenta y uno más.

Comienzo a hacer la titulación. Si jamás han hecho una, deberían al menos verlo. Para aquellos que no están familiarizados con estos procedimientos, les parecerá magia.

Todo lo baso en el color. Voy del amarillo al verde, después a un verdiazul, turquesa, gris y finalmente naranja brillante. Cuando tengo más de diez muestras, suelo saltarme todos los colores. Me "salto" las variaciones hasta llegar al azul. Ahí comienzo a irme con cuidado, gota a gota, hasta ver el gris.

Ese color gris. Brillante, pero transparente. Es hermoso, pero sólo debo verlo unos segundos, porque el objetivo es hacer que la mezcla entera llegue a naranja. Sólo suspiro un poco, bajo la bureta y adiós color gris. Queda un frasco con un líquido naranja brillante. Anoto el resultado. Adiós pequeño frasco, me quedan cincuenta y un frascos más.

Es algo mecánico, lo confieso; pero de alguna forma logra cautivarme, olvidarme de las subjetividades que me nublan el juicio inútilmente. Puedo pensar con claridad. Veo que el miedo no es tan grande como lo creía, aunque sigue siendo real. Me ayuda a seguir adelante. Termino otro frasco y voy con el siguiente.

Al final del día en el laboratorio cuelgo mi bata y me voy. Ese día soy invencible, pero sólo hasta irme a dormir.

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P.D. En realidad, antes de que acabe el día voy a dejar mis residuos al lugar adecuado para ello. El contenedor, al abrirlo, primero huele a sopa y después huele a ácido sulfúrico. Es la transición de olores más rara que he conocido. Es algo divertido, pero no lo puse arriba para no romper con el ambiente. Still, it's funny.

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