Now Playing:
Maybe I didn't treat you quite as good as I should have,
maybe I didn't love you quite as often as I could have.
Little things I should have said and done,
I just never took the time.
You were always on my mind...
- Elvis Presley -
Iba a escribir una carta acerca de lo mucho que estoy viviendo, las cosas que he podido experimentar por primera vez estos últimos meses, las ideas locas que aún tengo anotadas en mi cuaderno reciclado y las que estoy transcribiendo en mi cuaderno Chronodex (una maravilla del DIY que además es gratis). Pensé, obviamente en muchas personas con las que he compartido esas ideas y esos proyectos, las personas que estaban cerca de mí cuando se me ocurrieron, mis primeros cómplices (o al menos esperaba que lo fueran)
No digo que sean las más grandes ideas desde el pan blanco y el café soluble, pero eran ideas bonitas, bastante originales en mi hábitat y eran mías. Algunas de ellas no han salido a luz y unas pocas han salido de mi cabeza hacia el mundo "real" (como si mis pensamientos no fueran reales [inserte chiste del solipsismo]) Cuando me di cuenta, vi que cais todas esas personas que estaban cerca de mí ya no lo están y las ideas sí siguen ahí. Con más o menos peso que antes, pero las ideas no se marchitan tan fácilmente.
La carta que iba a escribir estaba dirigida a algunas de esas personas, en las que les mencionaba con algo de rabia y enojo lo mucho que se estaban perdiendo de mi vida. Las cosas que estoy haciendo, corrigiendo y entregando; sobre la diferencia entre el imaginar y el realizar, sobre muchas otras cosas. A la mitad de escribirla me di cuenta de lo inútil que sería esa carta: esa gente no está aquí por muchas razones, incluso por decisión.
No les importa cuánto de mi vida se están perdiendo.
Pensando en ellos recordé que yo no sé en realidad lo que están haciendo con su vida, los proyectos que hacen y las cosas que no hacen. En mi carta iba a arremeter contra todos los que no hacen nada más que ver su vida pasar sin construir nada, pero me di cuenta que:
- No tenía la más mínima idea de la situación de esas personas, y
- No tenía ningún derecho de juzgar su vida.
En suma: no sabía de ellos porque no me importaba su vida y estoy casi seguro que es mutuo. Se pierden de mi vida, es cierto; pero yo también me pierdo de la suya, sea buena o mala. Toda esa carta era un alimento al ego, comida chatarra y nada más.
Ésa será una de las primeras destrucciones de este año: saber que a ellos (y seguramente a muchísimas otras personas) mi vida no les importa nada de la misma forma en que a mí no me importa la suya. No tiene por qué interesarles mi vida, todos están normalmente metidos en su propia mente (o cuerpo); cada quien es tan superficial o tan profundo como es y no tiene por qué ser parecido o compatible conmigo.
La primera verdad de esa carta-basura sigue siendo cierta: "Te estás perdiendo mi vida", pero no es mi lugar recordárselo a nadie. No me arrepiento de ese pensamiento y seguiré haciendo y haciendo. Te seguirás perdiendo mi vida, espero que te la estés perdiendo por vivir algo que valga la pena.
Foto: dragonfaliii, bajo una licencia Creative Commons Attribution 2.0 Generic (CC BY 2.0)
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